Noticias acerca de ‘ aceituneros ’

Francisco Teva nos regala dos poemas para endulzar estas fechas

Redacción | Publicamos en esta ocasión dos sencillos pero a la vez entrañables poemas de Francisco Teva Jiménez. Desde aquí el agradecimiento público de Martos al Día a Francisco por elegirnos, una vez más, como medio para difundir el arte nacido de su pluma. Acompaño el primer poema con unos estupendos lienzos del que es Alcalde de Torredonjimeno, D. Cosme Moreno. Que los disfruteis.

RECOLECCIÓN

Ya se acercan las faenas,
ya preparan los aperos,
ya se llenan las haciendas,
ya están los aceituneros.

El campo duerme en silencio
el sueño de los milenios,
pero despierta dichoso,
¡vienen los aceituneros!.

En el silencio del campo,
el rumor de las piquetas
va componiendo un concierto,
el concierto de estas fechas.

El aire nos trae recuerdos,
el aire huele distinto,
el aire evoca los versos
de “aceituneros altivos”.

En nuestro pueblo marteño,
cien por cien aceitunero,
el aroma del aceite
es, ya, un aroma ancestro.

Las aceitunas esperan,
en una espera impaciente,
que de sus entrañas brote
el oro de sus aceites.

Aceite virgen de Martos,
que traspasa las fronteras,
riqueza que nos afama,
que nos llena de grandeza.

Aceite que es ensalzado
en las exquisitas mesas,
aceite que es resultado
del trabajo y las faenas.

Poco importa de “quién son “
o “quién plantó los olivos”,
Martos entero reclama
su internacional prestigio.

Francisco Teva Jiménez


VILLANCICO

En la noche seca y fría
de aquel pueblo de Belén,
antes de la amanecida,
al mundo vino “Emmanuel”.

Un establo abandonado
les cobijó en aquel trance,
después de estar preguntando,
y nadie quiso alojarles.

Los pastores que guardaban
sus rebaños bajo el cielo,
al Niño Dios adoraban,
un niño pobre y austero.

La Virgen, madre amorosa,
a su hijo lo acunó
y le cantaba dichosa
y el Niño Dios se durmió.

Los ángeles en las alturas
no paraban de cantar,
cantos llenos de ternura
sin quererlo despertar.

Los Reyes Magos de Oriente
ante el Niño se postraron
y el frío mes de diciembre
se incendió de amor humano.

Yo quisiera, Niño mío,
mi corazón entregarte
y tu vida hacerla mía
y con mi amor alegrarte.

Francisco Teva Jiménez